Habia que estar
Había que estar.
10 de Abril, 2013.
¡Qué lindo es el futbol! Ese de los colores, el de las cábalas, el de lo impensable, el futbol que hace reír a los tristes cuando triunfan. Si recuerdo que preparaste todo como si fuera un ritual mágico que cada vez menos gente comprende. Con esas cábalas que, da igual si el final hubiese sido distinto, siempre rayan en lo absurdo.
Te endeudaste, vendiste o empeñaste lo poco de valor que te quedaba. Fue momento de sacar hasta los últimos ahorros de tu vida… Como pudiste, como la vida te dio a entender, así nomás saliste con esa mochila cargada de infinitas promesas, que quizás, el tiempo y la vida no te alcancen para terminar de cumplirlas todas. Tuviste que dejar todo y largarte dos días a Cancún entre semana para volver a gritar Campeón.
Entraste al estadio y buscaste a los de siempre, a esos amigos que te ayudaron a recorrer este largo y tortuoso camino de más de 15 años. Aunque habías estado con ellos hasta antes de entrar, entre la revisión policial, el acceso y el camino que tuviste que hacerte entre la multitud a empujones, apenas lograste llegar a ellos en la tribuna los saludaste a uno por uno, pero este saludo tenía otro sabor. Este abrazo fue más fuerte.
Los nervios no te daban ni un respiro. Solo te quedó aferrarte al pequeño espacio en la apretada tribuna, con tu bandera atada a la mano izquierda y con un nudo casi perfecto que apretabas cada vez más cuando una jugada no salía.
Y, para no variar, el tiempo que pasaba y tú que te sentías cada vez más lejos. Como si a lo que te encomendaste no nos perteneciera. Como si esa noche, por primera puta vez, estaría más preocupado por tanta mierda que pasa en este mundo. La maldita impotencia ya empezaba a comerte vivo. Pero no sabías, todavía no lo sabías. Parecía que nada alcanza; ni el esfuerzo de los jugadores, ni los nervios, ni las cábalas. Parecía que nunca alcanza, casi nunca... casi.
Por eso te pegaste más la bandera al pecho ya empapada por el descargo de tensiones y la levantaste lo más que pudiste sobre tu cabeza, ofreciéndola a la noche del caribe mexicano, como último recurso de una pasión desesperada.
Minuto 76: Tiro de esquina desde nuestra punta izquierda y nos rematan en el área chica. José de Jesús estaba ya vencido, te querías morir; pero Javier, con ese 27 en la espalda, la saca en la línea salvándonos para siempre la FE.
Fue lo que te hizo recordar todo lo vivido: Las veces que se fueron llorando de la Colonia Nochebuena, ese segundo tiempo en el rincón visitante del estadio Tecnológico en diciembre del 2009, los penales de mierda en Toluca del 2008 y el partido de vuelta en el viejo estadio de Torreón ese mismo año.
Mientras el tiempo no se detenía, apenas te daba tiempo de mirar hacia los costados y pensar todo lo que esos corazones, bien Cementeros, tendrían ganas de hacer: Algunos estallar por las emociones contenidas, otros pedir clemencia por la presión que estaban soportando, o quizás solo acompañar a su dueño en ese difícil momento.
Terminan los tiros de penalti y las almas que en algún momento hacían fuerza, apretadas como una sola, para que este sueño se haga realidad ahora están fundidas en abrazos, llanto y sonrisas. En la verdadera fiesta de los que hasta ese momento, por la edad, no sabían casi nada de copas, pero tienen... tenemos la gracia de llevar nuestra pasión a todos lados.
Lo hicimos, lo hicieron… llámalo como quieras. En esta mezcla de emociones solo sabemos lo que pasó los que estuvimos ahí, en el lugar y tiempo indicado, ese 10 de abril.
Enamorados(as) de Cruz Azul: ¡Gracias por compartir conmigo semejante pasión!
{+} ...Enamorados de CRUZ AZUL